lunes, 3 de marzo de 2014

Identificación de las emociones (Cap. 7)

IDENTIFICACIÓN DE LAS EMOCIONES

Las emociones tienen una importancia fundamental para el terapeuta cognitivo. El principal objetivo de la terapia es lograr el alivio de los síntomas y la reducción del nivel de distrés a partir de la modificación del pensamiento disfuncional.
Las emociones negativas intensas son muy dolorosas y pueden ser disfuncionales cuando interfieren con la capacidad para pensar con claridad, resolver problemas, actuar de manera eficaz y lograr satisfacción.

El terapeuta no desafía al paciente ni discute sus emociones, sino que evalúa los pensamientos y creencias disfuncionales que subyacen en el malestar, para reducir la disforia.

El terapeuta no analiza todas las situaciones en las que el paciente se siente disfórico, sino que trata de apuntar a la reducción del distrés emocional relacionado con interpretaciones equivocadas de situaciones. Las emociones negativas “normales” forman, junto con las positivas, parte de la riqueza de la vida y tienen una función importante, tal como sucede con el dolor físico, que nos alerta acerca de un problema potencial que debe ser enfrentado.

El terapeuta intenta incrementar las emociones positivas del paciente a través del dialogo acerca de intereses del paciente, de acontecimientos positivos que han tenido lugar en la semana, recuerdos gratificantes, y otros elementos positivos.
Ø  Distinguir entre pensamientos automáticos y emociones:

Muchos pacientes no comprenden claramente la diferencia entre lo que están pensando y lo que están sintiendo. El terapeuta trata de dar sentido a las experiencias del paciente y de compartir con él la comprensión de los hechos y, de una manera sutil y continua, lo guía para que pueda ver esas experiencias a través del modelo cognitivo.

El terapeuta organiza el material que el paciente le presenta, clasificándolo según las categorías del modelo cognitivo: situación, pensamiento automático y reacción (emoción, comportamiento y respuesta fisiológica).

Ø  La importancia de distinguir entre distintas emociones:

El terapeuta continuamente conceptualiza o reformula los problemas del paciente, tratando de comprender la experiencia y el punto de vista de este. También intenta interpretar cuál fue el proceso por medio del cual las creencias subyacentes dieron lugar a ciertos pensamientos automáticos específicos en una situación determinada y cómo influyeron sobre las emociones y el comportamiento del paciente. El terapeuta debe llegar a entender la relación entre los pensamientos, las emociones y el comportamiento, por esta razón, cuando una emoción no parece ser compatible con el contenido de los pensamientos automáticos trata de investigar más profundamente.

Ø  Dificultad para catalogar las emociones:

La mayor parte de los pacientes pueden catalogar sus emociones fácil y correctamente. Algunos, sin embargo, tienen un vocabulario un poco empobrecido en lo que atañe a las emociones. Hay otros que comprenden intelectualmente los términos que designan emociones, pero tienen dificultad para catalogar las propias.

El terapeuta pide a la paciente que evoque una situación específica en la cual sintió una emoción en particular. A partir de la descripción parecería que ella ha identificado la emoción correctamente. Sin embargo, el terapeuta quiere estar seguro de que así es, por eso, le pide identificación de los pensamientos automáticos. El contenido de esos pensamientos concuerda con la emoción que ella enunció.

Después de esto, el terapeuta pide a la paciente que evoque otras dos ocasiones en las cuales se haya sentido enojada. Este intercambio transcurre de un modo bastante rápido y el terapeuta no le pide que especifique sus pensamientos porque está razonablemente seguro de que está clasificando en forma adecuada la emoción.



Ø  Dificultades para evaluar el grado de emoción:

Es importante que los pacientes no sólo identifiquen sus emociones, sino que además puedan cuantificar el grado de emoción que están experimentando. Algunas personas tienen creencias disfuncionales respecto de sus emociones. Es importante que los pacientes aprendan a evaluar la intensidad de las emociones, para que puedan controlar sus creencias.

Además, es necesario controlar si las respuestas que han generado para responder de manera adaptativa al pensamiento o a la creencia han sido efectivas. El terapeuta y el paciente deciden si una cognición requiere de una intervención posterior, midiendo la caída de la intensidad en la emoción. Cuando un terapeuta, no mide el cambio en las tensiones, puede suponer equivocadamente que una intervención ha sido exitosa y pasar prematuramente al siguiente pensamiento o problema.

Finalmente, evaluar la intensidad de una emoción en una situación dada ayuda al paciente y al terapeuta a determinar si la situación requiere de un mayor examen.

Algunos pacientes tienen dificultades para asignar un número específico a la intensidad de una emoción. En esos casos, el terapeuta les puede proveer la siguiente escala:

0%
25%
50%
75%
100%
Nada triste
Un poco triste
Medianamente triste
Bastante triste
Lo más triste que he estado o que imagino poder estar
Si el paciente sigue teniendo dificultades para evaluar la intensidad de sus emociones, el terapeuta puede considerar la posibilidad de ayudarlo a construir una escala de intensidad emocional idiosincrásica, para usarla como guía para futuras evaluaciones.

Grado de emoción/angustia
Situaciones
0%
Mirar una película por televisión el sábado pasado
10%
Preguntarme si llegaría a tiempo a la sesión de hoy.
20%
Dolor en un costado, ¿apendicitis?
30%
Preguntarme por qué mi madre llamó inesperadamente.
40%
Pensar acerca de cuánto trabajo tengo que hacer.
50%
Participar en la clase cuando conozco la respuesta.
60%
Pensar en consultar al asistente docente.
70%
Hablar con mis amigos sobre lo que haremos después de graduarnos.
80%
Participar en la clase cuando no estoy segura de la respuesta.
90%
La noche antes de mi examen de economía.
100%
El accidente de auto de mi padre.

Ø  Utilizar la intensidad emocional como guía para la terapia:

Es posible que el paciente a veces no perciba cuáles son las situaciones que debe llevar a la terapia. El terapeuta puede entonces pedirle que establezca una valoración del grado de malestar que sintió, para decidir si el tratamiento de una situación puede beneficiarlo.


El terapeuta busca obtener un claro cuadro de la situación que perturba al paciente. Lo ayuda a diferenciar bien pensamientos de emociones. Le demuestra empatía respecto de sus emociones a través de todo el proceso y lo ayuda a evaluar el pensamiento disfuncional que ha incidido en su estado de ánimo.

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